¿Por qué en el país cada año se organizan campañas y concursos para promover el lavado de manos entre los profesionales y técnicos de los hospitales? No solo se realizan concursos de este tipo; sino también se implementan proyectos de intervención para fomentar el lavado de manos en los diferentes servicios intrahospitalarios. La Organización Mundial de la Salud ha implementado guías para promover el lavado de manos, como una forma de luchar contra el incremento de las infecciones nosocomiales[i]. El Ministerio de Salud ha elaborado documentos técnicos y protocolos para el lavado de manos en los servicios de salud[ii]. Todos estos documentos no son suficientes. Se requieren los concursos y campañas. Nuestros hospitales requieren ser salvados de la insalubridad, a la que contribuyen sus recursos humanos profesionales al no lavarse las manos de manera apropiada.

Haber estudiado tantos años de pregrado, segunda especialización y maestría, no hace que la gran mayoría de profesionales de salud cumpla con lavarse las manos con la técnica correcta o en los momentos oportunos en los que debería lavarse las manos para evitar la propagación de las infecciones intrahospitalarias. Diversos estudios indican que ni siquiera en las Unidades de Cuidados Intensivos de muchos hospitales se alcanzan niveles óptimos de lavado de manos entre los integrantes del equipo de salud, ya sea personal técnico o personal profesional.

La práctica saludable clave del lavado de manos es menos frecuente de lo que debería ser. ¿Por qué sucede esto entre los profesionales de la salud?, ¿acaso no sabemos la importancia del lavado de manos?, ¿por qué en muchos hospitales el personal de salud no se lava bien las manos? Es probable que en muchos hospitales exista una carencia de los medios básicos que impida el lavado de manos con la frecuencia apropiada. Esta posible carencia puede ser un factor causal; pero no explicaría todo el problema.

La protección de la salud de los pacientes, de los integrantes del equipo de salud y de la suya propia debería ser una prioridad en el accionar de los servidores de un hospital. ¿Entonces por qué en los hospitales no nos lavamos las manos con la técnica correcta ni con la frecuencia deseada? ¿Por qué tienen que realizarse concursos y campañas que nos recuerden que tenemos que lavarnos las manos en los hospitales?, ¿acaso nos hemos olvidado lo aprendido en nuestra formación profesional?

Nuestros estudios de microbiología, de virología, de parasitología, de técnicas y procedimientos, de protocolos, no alcanzaron para formarnos el hábito del lavado correcto de manos, con agua y jabón. No se desarrolló esta competencia entre los profesionales de la salud. Si se hubiese desarrollado, no se necesitarían campañas o concursos para promover el lavado de manos.

Esta práctica saludable clave es una medida básica para la atención de salud. Sobre sus bases científicas no se han producido cambios o innovaciones muy difíciles de entender, captar o practicar. No es necesaria una gran actualización de conocimientos para llevarla a cabo. Sucede, simplemente, que el desempeño del personal de salud nos indica que es una competencia que no se practica como debería ser. Por su importancia, los servicios de hospitalización se ven obligados a implementar campañas y concursos para promoverla.

¿Por qué no la promovió, no la formó la universidad?, ¿existe alguna congruencia entra las necesidades de salud del país y la formación de los profesionales de salud en las universidades? Esta situación parece hablarnos de un divorcio entre los planes curriculares de la formación profesional de pregrado y la política nacional de salud. Sugiere también que la formación profesional de salud en nuestras universidades no está basada en la formación y desarrollo de competencias y capacidades profesionales. Se estudian y aprueban los cursos de ciencias básicas, se aprueban los cursos de microbiología y virología; pero no se aplica lo que se aprende para la prevención de las infecciones intrahospitalarias, mediante un adecuado lavado de manos. No se produce la transferencia del aprendizaje a la realidad que queremos transformar mediante el aprendizaje. De esta manera, la universidad no contribuye, o contribuye muy poco. a mejorar la calidad de la atención en los servicios públicos de salud.

Durante la formación profesional de pregrado existe una clara separación entre ciencias básicas y ciencias clínicas. Se estudia teóricamente microbiología, parasitología y virología, separadas de su aplicación para la prevención de las infecciones nosocomiales. Se estudia farmacología; pero no se estudia la relación entre una técnica deficiente y una frecuencia insuficiente del lavado de manos y el incremento de la resistencia de las bacterias a los antibióticos. Las diversas asignaturas están dominadas por la teoría, por un componente expositivo, propio de la pedagogía de la transmisión del conocimiento. La práctica, por lo general, es una práctica no auténtica, muy alejada de lo que el futuro profesional va a realizar en la vida real. El sucesivo desarrollo de los cursos, inconexos, sin articulación horizontal ni vertical no constituye una verdadera malla curricular que al atravesarla permita que el estudiante se forje las competencias y capacidades que le permitan el desarrollo de un perfil profesional acorde con las necesidades de salud de la población.

Así, pues, ahora las campañas y concursos para el lavado de manos en los hospitales son una necesidad; pero son también un indicador que muchas competencias básicas, esenciales, para la atención de salud, no se fomentan ni se desarrollan a cabalidad en la universidad. Se requiere una verdadera y profunda reforma curricular, que permita formar profesionales de salud capaces de atender las necesidades sanitarias de nuestro país, capaces de aprender, desaprender y reaprender de manera constante, a la par de las cambiantes condiciones de vida del país y de los avances de la ciencia y la tecnología.


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[i] OMS. Guía de aplicación de la estrategia multimodal de la OMS para la mejora de la higiene de las manos. 2009.

[ii] MINSA. Guía Técnica para la Implementación del Proceso de Higiene de Manos en los Establecimientos de Salud. R.M. N° 255-2016/MINSA del 16 de abril de 2016.