El comentario pareciera pretender dar una respuesta a una pregunta implícita en la segunda parte del texto anterior: ¿Cómo entender que un personaje claramente identificado con la administración colonial, sea después uno de los primeros actores de los primeros años republicanos?

Al respecto, nos parece conveniente recordar, las respuestas que a esa pregunta han hecho, desde el presente,  tres destacados historiadores no médicos.

La primera respuesta que presentamos es la que  hace Joseph Dager Alva, profesor de la Universidad Católica del Perú, al desarrollar el capítulo 4 de su obra Hipólito Unanue o el Cambio en la Continuidad, publicada en julio del 2000. La segunda,  es la que enuncia el historiador  José Agustín de la Puente Candamo, Presidente de la Academia Nacional de la Historia del Perú, al escribir el Prólogo de la obra de Dager. La tercera respuesta, está contenida  en un artículo historiográfico, publicado el año 2014, por Manuel Burga, historiador y ex-Rector de la UNMSM, en donde trata, entre otros temas, el de  Hipólito Unanue: elogio a la naturaleza, ausencia del hombre y primer despertar de la idea de nación.

 “Efectivamente, Unanue fue asesor de varios virreyes y por mucho tiempo se sintió cómodo dentro de ese régimen. Pero  no fue una actitud exclusiva de él. Muchos de los que fundaron las nuevas naciones de nuestro continente, fueron antes altos funcionarios reales. Jorge Basadre  sostiene que detrás de los gobiernos de Croix, Gil de Taboada, Abascal, San Martín y Bolívar hubo ‘una estructura ineluctable, el Perú’; y que Unanue estuvo al servicio de esa ‘realidad en formación’ (…) Lo que sucede es que el hombre que vio llegar la república es el mismo que nació y creció bajo el sistema colonial. Allí trabajó y sirvió fielmente, como debía hacerlo en su momento. Para apostar por el cambio, pasaron por un momento de evolución en las convicciones propias, por un período de transición. Si en algunos casos tardaron en darse cuenta de la conveniencia de la Independencia, ello no los hacen menos patriotas ni disminuye el grado de firmeza de su ulterior decisión (…) Los hombres de transición se adecúan al momento histórico en el que ven inmersos. Pero esta adecuación dista mucho de ser convenida o interesada. Es, más bien, el resultado del proceso interior al que hacemos referencia. Ahora, con la naciente República, se les presenta un orden alternativo y nuevo, que deben asumir primero y antes que nada, interiormente. Luego vendrá la apuesta decidida. Ciertamente así lo vivió Hipólito Unanue y Pavón (J. Dager, 2000, p.238 y p. 143).

“Una de las grandes cuestiones de la vida de Unanue (…) es su actitud frente a la Independencia (…) Conocedor como ningún otro entre los nuestros de la ‘idea del Perú’, hombre que sirvió de asesor de virreyes y que vivió ubicado en los más altos niveles de la sociedad, amigo de hombres cercanos a la Emancipación, sólo se une a ésta en 1821 y cuando llega San Martín en septiembre de 1820, forma parte del delegación del virrey Pezuelo en la Conferencia de Miraflores. ¿Qué decidió a Unanue para dar el paso al separatismo? Sin duda, su viejo conocimiento de lo peruano vivo y maduro, conjugo con la inmediata verosimilitud de la Independencia con la llegada de San Marín y de sus fuerzas. Hombre reflexivo, sereno, se unió a la causa separatista cuando vio que la ‘ilusión’ podía realizarse sobre las viejas raíces de la creencia en lo peruano. Él sirvió en los primeros años de la República con la misma generosidad e inteligencia que había desplegado en tiempo del Virreinato, y fue el porvenir del nuevo Estado una de sus grandes preocupaciones en los años finales de su vida” (J. A. Puente Candamo; en J. Dager, 2000, p. 6-7).

“(Unanue) Era sin duda un ilustrado, o se presentaba como tal, colaboró con los virreyes hasta1820 y luego se integró en las filas patriotas… un hombre que vivió plenamente –desde la periferia del mundo occidental– una época de transición entre el mundo colonial y la modernidad ilustrada, la cual en el siglo xix se convertiría en modernidad republicana. Se trató de una transición que afectó la vida cotidiana, las actitudes sociales, las relaciones familiares y sociales, así como la relación con el mundo y la historia, a partir del pensamiento de la Ilustración, que invadió todos los ámbitos de la vida de las personas.  Por lo tanto, no es nada raro que Unanue haya tenido un cambiante derrotero: de ser secretario de virreyes, fundador del Mercurio Peruano y de la Sociedad Amantes del País, pasó a ser colaborador de San Martín y finalmente ministro de Hacienda de Simón Bolívar. Es decir, fue un liberal doctrinario en el siglo xviii, respetuoso de la monarquía española, de Carlos IV y Fernando VII, que luego, cuando las independencias se volvieron verosímiles, factibles, amenazantes, se volvió liberal radical independentista, seguidor y colaborador de los caudillos militares de la independencia. Este tránsito no debe sorprender, ya que los liberales estaban divididos entre doctrinarios y radicales, los primeros respetaban la continuidad de la monarquía y los segundos apostaban por las repúblicas modernas. Entonces, en términos estrictamente políticos, Unanue pasó del liberalismo doctrinario al radical en un lustro o en una década, así como lo hicieron Sánchez Carrión, Olmedo, Vidaurre y muchos más” (M. Burga, 2014, p. 303).

Bibliografía

  • Burga, Manuel. De la patria a la nación / del mundo natural al mundo cultural: la ciencia en el Perú, 1790-1930. En: S. CarrerasK. Carrillo Zeiter (Coor). Las ciencias en la formación de las naciones americanas. Fundación Dialnet, 2024: pp. 295-317.
  • Dager, Joseph. Hipólito Unanue. El Cambio en la Continuidad. Lima. Convenio Hipólito Unanue, Convenio Andrés Bello. Julio 2000.
  • García Cáceres, Uriel .La magia de Unanue. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú. 2010.
  • Pamo, Oscar. Sobre la magia de Unanue según la magia del doctor Uriel García. Rev Soc Perú Med Interna 24: 150, 2011: pp. 90-102.

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