Capítulo 3 del libro: «San Fernando y su contribución a la moralidad médica en el Bicentenario de la independencia del Perú«.


Los discípulos de Heredia y la profesionalización médica

Contexto de la “prosperidad falaz” y del primer civilismo

La “Prosperidad Falaz” fue un término utilizado por Jorge Basadre para denominar la llamada “Era del Guano” (1845-1872), cuando los beneficios obtenidos por el Estado peruano por la venta de ese producto a Europa y Estados Unidos se tradujeron en una prosperidad aparente e irreal, en tanto los beneficios no repercutieron finalmente en una mejora general del Estado. Entre la corrupción, la inversión en ámbitos no productivos y la falta de previsión para buscar una alternativa económica, la etapa de “Prosperidad Falaz” acabó en una bancarrota del país.

Durante este período político de 27 años sucedieron, sin considerar los interinos, siete gobiernos presididos por: Ramón Castilla (1845-1851), José Rufino Echenique (1851-1855) Ramón Castilla (1855-1862), Miguel San Román (1862-1863), Juan Antonio Pezet (1863-1865), Mariano Ignacio Prado (1865-1868) y José Balta (1868-187). 

Durante el segundo gobierno de Castilla (1855-1862) se logró centralizar la administración pública, hasta entonces a cargo de los terratenientes. Según el economista Hunt (1973), citado por Julio Cotler, el 29% de los 440 millones de soles que los gobiernos peruanos percibieron por el guano, durante el período 1847-1878, se destinó a cubrir los gastos de la Administración Pública (Cotler, 1979, p.94). Gastos que posibilitaron el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas, así como el establecimiento de una estructura burocrática permanente, constituida por prefectos, subprefectos, jueces, gendarmes, maestros y médicos titulares distribuidos en el interior del país. Dichos gastos también sirvieron para que la Universidad comenzara a ser reorganizada a partir de grupos de profesionales, como fue el caso de la Facultad de Medicina de San Fernando establecida a partir de la acción del grupo de Heredia y sus discípulos.

El 2 de agosto de 1872, por vez primera en el Perú, un régimen civil llegó al Gobierno. El Partido Civil había triunfado en las elecciones generales con un discurso en el que ofrecían a los electores: el orden frente al desorden, el trabajo frente a vagancia, y el dominio del buen ciudadano republicano frente al de la “plebe”. Conducido por Manuel Pardo y Lavalle, los conservadores más lúcidos estaban dispuestos a construir la “República Práctica” que, en su entender, materializaría el antiguo ideal republicano de libertad, igualdad y justicia. Lamentablemente, el derrumbe final de la economía guanera llegó a su fase final durante los primeros meses de gestión de Pardo, coincidiendo con la primera fase de la depresión europea (1873-1876). Las nuevas autoridades tuvieron que administrar un erario nacional en situación crítica; fracasando todos sus esfuerzos para revertir tal situación. Finalmente, en medio de la primera crisis mundial de la deuda externa, el Perú se declaró en bancarrota.

Las elecciones presidenciales de 1876 dieron el triunfo a la oposición liderada por Mariano Ignacio Prado, quien tenía el apoyo del Ejército. La Guerra del Pacífico marcaría, pocos años después, el final del aporte del guano a la economía nacional, así como el   agotamiento político del primer proyecto civilista:  la “República Práctica”.

Reorganización republicana de la Universidad

Después de la independencia, las universidades siguieron funcionando de acuerdo con las regulaciones coloniales.  Recién en 1850 se expidió el primer Reglamento de Instrucción Pública de la época republicana, aunque tenía muchas deficiencias que no llegaron a corregirse con los siguientes reglamentos. Por tal razón,  el 7 de abril de 1865,  durante el cogobierno de Castilla y la Convención Nacional,  se promulgó un nuevo l Reglamento de Instrucción Pública, que tuvo un carácter revolucionario para la época: no sólo fomentó la unidad del pensamiento nacional y los buenos estudios, sino que dictaminó la profesionalización de la tarea educativa y el patronazgo estatal hacia la misma. 

La Sección IV del reglamento vigente el año 1855 trataba el tema de los estudios universitarios. En ella se formaliza la reforma liberal de la educación superior en el Perú y la incorporación de San Marcos dentro del modelo napoleónico universitario. Además,  se precisa el carácter republicano de la Universidad y se organiza el sistema facultativo. La Universidad estará conformada por cinco Facultades, una de ellas será la de Medicina. Los Colegios de San Carlos y de San Fernando se integrarán a la Universidad de San Marcos. En su art. 50º se precisa que el grado de Bachiller de Medicina será necesario para entrar en la Clínica. Asimismo, se define que el currículo básico de cada Facultad, en general, seguirá siendo el utilizado hasta ese momento por el Colegio correspondiente.

Pero la reforma solo pudo aplicarse parcialmente y con muchas dificultades en la Universidad de San Marcos durante los primeros años de este período. Esta Universidad se aferró a sus privilegios coloniales para no acatar los mandatos del Estado, bajo el argumento que afectaba el fuero universitario y las constituciones aprobadas por Cédulas Reales. Frente a esta actitud, el Gobierno nombró, con fecha 13 de junio de 1857, una comisión para preparar un nuevo Reglamento de dicha Universidad que, con la oposición de las autoridades sanmarquinas, fue aprobado el 28 de agosto de 1861.  El 18 de marzo de 1876, como parte del Proyecto Educativo Civilista, se expidió un nuevo Reglamento General de Instrucción Pública. La norma reconoció la autonomía económica y administrativa de la Universidad, aunque omitió la académica.

La creación de la Facultad de Medicina de San Fernando

Acatando lo prescrito en el Reglamento de Instrucción Pública de 1855, Cayetano Heredia en su condición de Rector del Colegio de la Independencia presentó al Ministerio de Instrucción Pública, con fecha 18 de febrero de 1856, el Proyecto de Reglamento de Enseñanza de la Facultad de Medicina de la Universidad de Lima, que había elaborado con la colaboración de sus discípulos, especialmente Ulloa, que habían regresado de París. El 1º de abril de 1856 el Gobierno nombró una Comisión compuesta por Miguel Evaristo de los Ríos, Camilo Segura y Julio Sandoval Bravo para que informara sobre el proyecto. La Comisión presentó su dictamen al Ministro de Instrucción José María Seguín, el 30 de julio de 1856, avalando, con algunos cambios el Proyecto original; dejando constancia de que éste: “era una concordancia bien meditada de nuestros estatutos actuales con los de la Facultad de Medicina de París”. En base de la propuesta y las sugerencias contenidas en el informe solicitado, se dictó el Decreto Supremo del 9 de septiembre de 1856,  firmado por el presidente Ramón Castilla y refrendado por su ministro Pedro M. Seguin, que formalizó el Reglamento Orgánico para la Facultad de Medicina de la Universidad de Lima.

En ese Reglamento se sanciona el nacimiento de este centro académico, estipulando que el Colegio de la Independencia es el lugar destinado para la enseñanza universitaria de las Ciencias Médicas y que está bajo la inmediata protección del Ministerio de Instrucción Pública y del Director General de Estudios. Señala, además, que la Facultad de Medicina tiene la dirección científica, moral y administrativa de la Escuela de Medicina; y que la instrucción se proporciona gratis a todos los alumnos que, con las condiciones exigidas por este Reglamento, quieran recibirla. Asimismo, determina el Plan de Estudios de la Facultad, así como se confía a ésta las atribuciones de control y regulación que tenía la abolida Junta Directiva de Medicina. De esta manera, la Facultad de San Fernando centraliza en el país la enseñanza, la expedición de grados y títulos, así como el control de las profesiones médicas.

Por otra parte, extinguida la Junta de Farmacia, el control de la profesión farmacéutica y la enseñanza de ella quedan incorporados a la Facultad. También se incorpora a su organización el Colegio de Parteras, donde se desarrollaba en cuatro años lectivos, el curso teórico-práctico del “Arte obstetriz”. Asimismo, se encarga a la Facultad examinar a los candidatos a obtener los títulos de “flebotómicos” o de dentistas; y extender, si fuera el caso, la autorización para ejercer la profesión correspondiente.

Inicio de las actividades de profesionalización de la Facultad de Medicina

El 6 de octubre de 1856, se realizó la instalación formal de la nueva Facultad de Medicina. En esta ocasión, bajo la presidencia del decano Heredia, los profes sores principales y auxiliares nombrados por el Gobierno eligieron a los profesores Casimiro Ulloa y Camilo Segura como secretario académico y administrador de rentas de la Facultad, respectivamente. Casimiro Ulloa continuaría durante 35 años en el cargo de secretario, hasta el día de su muerte.

El Reglamento de la Facultad de 1856 estableció que el cuerpo orgánico de la Facultad de San Fernando estaba constituido por el Decano, los catedráticos y el secretario. El Decano era nombrado por el Gobierno entre los profesores, por un período de tres años; siendo encargado de dirigir la administración, visitar los hospitales y cuidar todo en cuanto tenga relación con la higiene pública. Si distinguieron dos categorías de profesores (titulares y auxiliares), nombrados la primera vez por el Gobierno y en lo sucesivo por concurso.

La nueva Facultad de Medicina tenía como unidad de organización a la “cátedra”, como unidad encargada de la enseñanza de una materia o asignatura. .En la organización por cátedra, el catedrático titular era el que ejerce la jefatura de la unidad, cargo que coincidía con el más alto grado de la carrera académica y que, una vez alcanzado, era vitalicio. La c característica vitalicia del cargo continuará en la normatividad universitaria por varias décadas. Una Resolución Suprema, de la misma fecha de la aprobación del Reglamento, nombró a Cayetano Heredia como el decano d la Facultad.

En el momento de la inauguración de la Facultad,  los profesores titulares de las cátedras eran 17. Heredia había tenido especial cuidado en asegurar que el primer plantel docente de la Facultad se incluyera a los mejores profesores del Colegio de la Independencia y a sus mejores alumnos que habían regresado de París. Del total de esos profesores, solo siete no tenían estudios en el extranjero. Además de los italianos Éboli y Raimondi, con estudios de posgrado en Europa,  ocho eran jóvenes médicos que habían estudiado en Francia: Arosemena, Bravo,   Benavides, Rosas, Bustillos Concha, Ulloa, Pró, Segura.

En el mes de marzo de1860, Heredia estaba llegando al término legal de su decanato, por tal razón se dirigió al Ministerio de Instrucción Pública poniendo el cargo a su disposición. En forma sorpresiva, considerando lo brillante de la gestión académica de Heredia, el ministro nombró su reemplazante al Dr. Miguel Evaristo de los Ríos. Los alumnos resintieron su alejamiento y le brindaron diversos homenajes, pero el alejamiento fue definitivo. Un año después, el 11 de junio de 1861, Heredia moriría a los 68 años. La noticia de su muerte conmovió profundamente a diversos sectores que habían conocido de su labor, sus funerales fueron la ocasión para que se expresara el cariño que había generado: “El cadáver de Heredia (cosa por primera vez en Lima) fue conducido en hombros de los estudiantes desde la casa mortuoria al templo y de allí al cementerio general y un numeroso cortejo lo siguió a pie” (J. Basadre, 2000, p. 1183).

El período 1856-1888, primero de la historia de la Facultad de Medicina, podría denominarse el período de Cayetano Heredia y sus discípulos. Los cuatro decanos que le sucedieron en este período eran egresados del Colegio de la Independencia; los tres primeros, además, habían sido catedráticos fundadores de la Facultad. El secretario académico durante todo el período fue Ulloa – discípulo predilecto de Heredia –, que con su poderosa presencia e increíble actividad posibilitó la continuidad de las reformas pedagógicas y administrativas que se habían introducido en la Facultad desde 1856.

La aplicación del primer Reglamento para la Facultad de Medicina de la Universidad de Lima, significó la conversión del antiguo Colegio de la Independencia en una institución encargada de la formación científica del profesional médico. Muy pronto ganará un gran prestigio institucional, el cual le permitirá dar su opinión sobre muchos temas vinculados con el cuidado de la salud y del bienestar colectivo. Asimismo, sus egresados comenzaron a ser considerados como los nuevos ilustrados de este país, una pequeña elite que puede opinar con autoridad profesional sobre aquellos temas. Incluso, a partir de la década de los sesenta, muchos médicos formaron parte del Partido Civil, que gobernó con Manuel Pardo durante la “República Práctica”, otros integrarán el Congreso de la República donde mantendrán una fuerte actividad política;  asimismo, otros socializarán sus opiniones en diversos medios de prensa, sean revistas científicas especializada o diarios locales. Es de esta manera,  que la Facultad de Medicina y la profesión médica tuvieron un rol protagónico en la vida política nacional en esos años que será interrumpido, temporalmente, durante la Guerra del Pacífico.

La Sociedad de Medicina de Lima

Heredia inspiró en los sanfernandinos una conducta orientada por la permanente búsqueda de la excelencia profesional y moral. El 7 de agosto de 1854, sus discípulos egresados del Colegio y algunos naturalistas ya habían fundado la Sociedad de Medicina de Lima, que identificada con el pensamiento herediano mostró el gran interés de sus fundadores por el progreso de la Ciencia y de la orden médica, el bien de la Humanidad y el progreso del Perú. En efecto, en ella se debatieron los problemas sanitarios y sociales del país, los avances de las ciencias médicas y los asuntos de carácter gremial. Funcionó en dos períodos discontinuos: de 1854 a 1868, el primero, y de 1875 a 1879, el segundo. Extinguiéndose a fines de 1879 como consecuencia de la Guerra del Pacífico. La mayoría de sus miembros formaban parte del cuerpo docente de la Facultad de Medicina.

La revista Gaceta Médica de Lima, órgano oficial de la Sociedad de Medicina de Lima,  cuyo primer número apareció el 15 de agosto de 1856, estaba destinada a la difusión de artículos pedagógicos, de investigación actual y análisis relacionados a la práctica médica y farmacéutica, a la cátedra universitaria y a la vigilancia de la salud pública, así también de actas y documentos de dicha asociación médica. También emitía estudios de interés para la comunidad, tales como los referidos al cuidado del ambiente e investigaciones realizadas en el extranjero. Fundada a impulsos del Dr. Cecilio Velásquez, su primer director fue Antonio Sánchez Almodóvar y sus redactores iniciales José Mariano Macedo, Francisco Rosas, Casimiro Ulloa y Manuel Corpancho.

Homenaje a Cayetano Heredia como apóstol de la Medicina

La trayectoria vital de Cayetano Heredia transcurre en un complejo periodo de la historia peruana – entre el viejo régimen virreinal y la naciente república – y su vida profesional iniciada en los tumultuosos años independentista, alcanza y contribuye a la etapa de consolidación republicana de mediados del siglo XIX, constituyéndose en uno de esos personajes que silenciosamente contribuyeron a afianzar nuestra naciente nacionalidad.  Es reconocido en la comunidad médica como un personaje tres veces paradigmático: como organizador de la formación médica, como héroe civil y como apóstol de la Medicina.

“Un balance de la vida y obra de Cayetano Heredia nos muestra a un médico (…) que en esa (su) trayectoria vital conservó y mantuvo una visión de la medicina como un apostolado, trabajando humilde e incesantemente para consolidar la profesión médica en nuestro país, para lo cual tuvo la clara visión de propiciar el retorno de la Escuela de Medicina al seno de la Universidad de San Marcos y de formar con su ejemplo, dedicación y amor paternal a varias brillantes generaciones de médicos, quienes continuarían su labor y darían nuevo lustre a la Facultad de Medicina de San Fernando. Su memoria se conserva con justicia y agradecimiento en esa trilogía de monumentos que presiden el patio de la actual Facultad de Medicina, junto a Hipólito Únanse y Daniel Carrión, que siguen siendo ejemplo de los altos valores de la medicina peruana”

(O. Salaverry, 2011, p. 559)