SAN FERNANDO Y SU CONTRIBUCIÓN A LA MORALIDAD MÉDICA EN EL BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ
El Gobierno Peruano aprobó, por Decreto Supremo 009-2018-MC, del 17 octubre 2018, la Agenda de conmemoración del bicentenario de la independencia del Perú. Agenda que nos invita a entender que la independencia política de nuestro país es el inicio de un proceso de construcción de una Nación Peruana, aún inacabado, que continúa hasta la actualidad, y desde el cual debemos aproximarnos en nuestra comprensión del presente y futuro. Por ello, se enfatiza que esta conmemoración tiene un alto valor simbólico para el ejercicio de una ciudadanía democrática y el fortalecimiento de la identidad nacional, constituyéndose en “una oportunidad única para imaginar, hacer y celebrar el país que queremos ser – como hicieron nuestros próceres y precursores en su tiempo – y forjar una nueva ciudadanía para afrontar los desafíos de este siglo”. Imaginar, pensando con esperanza y optimismo en los retos pendientes del Perú y lo que queremos cambiar. Hacer, destacando las virtudes de personas, instituciones, colectividades que hacen avanzar al país. Celebrar, renovando nuestros compromisos republicanos.
Orientándose con el contenido de esa Agenda, la colectividad sanfernandina ha entendido que tiene el deber ineludible de participar institucionalmente en la conmemoración del bicentenario, en el marco normativo establecido al respecto por las autoridades sanmarquinas. Deber institucional que se sustenta esencialmente en su condición de heredera auténtica de los valores y principios que guiaron la conducta patriótica ejemplar de Hipólito Unanue, Cayetano Heredia y Daniel Alcides Carrión, tres personajes paradigmáticos de la Medicina Peruana, así como la de Manuel Núñez Butrón, Alberto Hurtado Abadía y Hugo Pesce Pescetto, declarados oficialmente como héroes nacionales de la salud pública.
Además, la celebración del bicentenario constituye una nueva oportunidad institucional para reflexionar críticamente sobre la participación pasada y actual de la Facultad de Medicina de San Fernando en la construcción de la nación peruana, así como en el fortalecimiento de la identidad científica, ética y patriótica sanfernandina. Reflexión sobre lo que hizo y no hizo nuestra Facultad en sus 163 años de existencia, y que hasta el año 1958 fue la única en el país. Prominentes maestros en la docencia y sabios investigadores en las ciencias médicas alternaron en ella con otros sanfernandinos que, sin renunciar a su condición de médicos, dejaron páginas perdurables en las letras peruanas o destacaron en el campo político, interviniendo de manera protagónica y patriótica en la conducción de las organizaciones gubernamentales, académicas y comunitarias vinculadas con las políticas de salud y de protección social. Por éstos y otros hechos que trascienden el ámbito formal de la institución, la historia de la Facultad de San Fernando sigue íntimamente ligada a lo mejor de la historia de la cultura y la política del Perú.
Actualmente, ante los grandes desafíos que la comunidad sanfernandina enfrenta y enfrentará en el siglo XXI, debemos rememorar con optimismo que, en su largo devenir, la Facultad de Medicina de San Fernando ha presentado períodos de intensa actividad y de marcada gravitación en el progreso científico y humanístico nacional, interrumpidos por algunos intervalos de debilitamiento institucional. Estos últimos inevitables por las vicisitudes políticas y económicas contextuales, así como por las dificultades materiales institucionales, principalmente financieras. Vicisitudes y dificultades que, ciertamente, templaron las voluntades de sus miembros y fortalecieron cada vez más sus hondas raíces sanfernandinas. Voluntades y raíces que al hacerse más férreas y fecundas, permitieron a nuestra querida Facultad a impulsarse, siempre, a un nuevo florecimiento institucional.
Finalmente, esta conmemoración se realizará en una coyuntura nacional y sanmarquina de cambios sustantivos. Circunstancias que deben ser entendidas como una ocasión histórica única para avanzar en el cumplimiento de los compromisos sanfernandinos con la verdad, la justicia y el deber moral. En esta nueva coyuntura, se inicia en el Perú un proceso de reformas políticas y jurídicas que pretende enfrentar los problemas sociales y morales de una nación aún en formación, así como se está avanzando en la implementación de una reforma universitaria que establecida por la Ley 30220 ha sido precisada en el nuevo Estatuto de la UNMSM, elaborado por una Asamblea Estatutaria, presidida por el Dr. Fausto Garmendia, ex-decano de la Facultad de Medicina de San Fernando: “La universidad es una comunidad académica orientada a la generación de conocimiento a través de la investigación; a la formación integral, humanista, científica y tecnológica, a través del ejercicio de la docencia; y al desarrollo del país, a través de sus diversas formas de presencia en la sociedad. La universidad posee autonomía y la ejerce de manera responsable en estricto respeto a la Constitución y el marco legal vigente” (Ministerio de Educación, 2015, p. 25).
En estas páginas, nos limitaremos a evocar a los sanfernandinos reconocidos oficialmente como los personajes que hicieron posible, gracias a los altos valores que orientaron su ejemplar comportamiento académico y moral, los más significativos aportes de la Facultad de Medicina de San Fernando a la formación médica nacional, hasta el año 1968, especialmente en lo que refiere al desarrollo moral de sus egresados y, por ende, al de las instituciones universitarias y de salud que ellos conformaron años después en nuestro país y en el extranjero.
Advirtiendo que estamos entendiendo como “moral” al “conjunto de nuestros deberes o sea, de las obligaciones que nos imponemos a nosotros mismos, independientemente de toda recompensa o sanción esperada, e incluso de toda esperanza”; es decir, como el “conjunto (de normas de conducta) formado por lo que un individuo se impone o se prohíbe a sí mismo, pero no fundamentalmente para aumentar su felicidad o su bienestar, lo que no sería más que egoísmo, sino para tomar en consideración los intereses o los derechos del otro…” (A. Comte Sponville, 2005, p .357).