La pandemia 2020, de la covid-19, ha puesto al descubierto las serias precariedades y limitaciones de lo que se conoce como clásica salud pública en el Perú, la misma está basada principalmente en la epidemiologia descriptiva y en la lógica-razonamiento de carácter lineal que la ciencia positivista cultiva.

A nivel global este fracaso es notorio, con diversas repercusiones, demostrándose en los hechos las insuficiencias de la medicina basada solo en evidencias objetivo-materiales (in vitro) y también entender la salud pública como una extensión de este carácter, al ser trabajadas bajo consideraciones metodológicas que el positivismo fragmentado fomenta. Bajo estas consideraciones no se podrá resolver el control-gestión de los aspectos socio-sanitario de la pandemia, al devenir en posiciones mecánico-defensista y pro-inmovilistas.

En nuestro medio la pandemia ha adquirido un práctico curso de historia natural de la enfermedad, tanto en su contagiosidad, diseminación y erróneas estrategias de un pretendido control. Al cabo de 10 meses, la mayoría de la población afectada se ha tratado con o sin asistencia médica, principalmente en el ámbito domiciliario, ahí es donde se ha dado la mayoría de tratamientos, lo que se conoce como la fase de contingencia. A la fecha se ha alcanzado una inmunidad, según la sero prevalencia realizadas, que alcanzan en promedio más del 50% de la población. El aparato convencional de asistencia sanitaria, ha pasado a ser complementario, dentro de su precaria realidad reconocida por todos.

Esto nos lleva a reconocer que es la gnoseología fáctica, la no convencional en su diversidad, la que ha tenido relativa mayor resolución favorable. No obstante, en nuestro país, estandarizando poblaciones, es el que ha tenido una de la más alta mortalidad y morbilidad, tanto en casos registrados, sub-registrados, y los que indirectamente llevan alrededor de 90 mil muertos.

Lo anteriormente analizado, muestra que no se debe abandonar ni perder de vista la orientación filosófica y práctica, brindada por la enseñanza de la historia de la medicina, en lo relativo a entender que la misma: medicina y salud pública son intervenciones sociales, son ciencia-arte para el bien común.

La medicina hipocrático-galénica, enseña que este enfoque sigue teniendo vigencia, en lo que es la conjugación de lo holístico, integral y lo especifico, en viceversa, también en posibilitar que lo cualitativo, subsuma a la fascinación cuantitativa predominante.

También articular-comprender lo que es el dinamismo continuo de la salud y la vida. La salud no es un estado (otro rezago ontológico), como la institucionalidad formal lo ha definido y lo viene repitiendo hasta la actualidad. Esto significa no entender el flujo de cambio y/o mejora continua, de adaptación permanente al entorno eco-social también cambiante. Por lo mismo, no está basado solo en evidencias objetivo-materiales (como ha sido la búsqueda infructuosa, para pretender obtener el antiviral específico), sino también tener en cuenta, las consideraciones subjetivo-objetivas, es decir, las evidencias evenenciales bio-eco-sociales, que es donde se mostrará la eficacia-efectividad de los tratamientos.

Al respecto y a manera de propuesta paso a señalar 10 consideraciones para avanzar en el quehacer de la salud pública, en nuestro medio, como una intervención social efectiva:

  1. Comprender a la persona como una unidualidad de ser individual y ser social a la vez. Esto es lo esencial, como diría Platón. Este es el centro de los estudios y las estrategias-acción de la salud pública. Actualmente se tiene una distorsión pragmática que es la predominante, al tratar a la persona en forma individualista, no individuada y, por otro lado, comprender lo social como una “masa poblacional”, como un número de habitantes. Este es un garrafal error en lo básico, llevando a utilizar solo la epidemiologia descriptiva, con la medicina clínica de las enfermedades, a ser lo determinístico en la planificación-programación de la gestión-administración, de una mal entendida y burocrática salud pública, como representó el modelo CENDES/OPS.
  2. La salud social, es el campo de la salud pública, entendida como gestión de riesgos de vida y de salud, conjuntamente con las enfermedades que se producen en los pueblos y las comunidades. La historia de la salud pública en Perú, es que, en lo académico y administrativo, ha girado alrededor de las enfermedades en la población, llevando a una práctica concepción de “enfermología pública”.
  3. Se requiere un necesario gran cambio cuali-cuantitativo, en las bases epistemológicas de la salud pública para que sea una intervención social. Esto significa comprenderla como metaciencia, articuladora de conocimientos de las ciencias sociales y las ciencias naturales. Una ciencia-arte de lo transdisciplinario e interdisciplinario. Finalmente, una intervención político-técnica para ser una “ciencia con consciencia”, como Edgar Morin lo señala en su libro.
  4. La salud pública y la medicina (preventiva y clínica), constituyen un unitax múltiple, la unidad de lo diverso, las equifinalidades de todos los aportes, experiencias-conocimientos por el buen vivir, con dignidad de la persona humana. La mejora continua acompaña a este proceso, que también debería ser de calidad integral, tanto para la salud/bienestar, como para la salud/servicios, en sus diferentes intervenciones de promoción, prevención, asistencia, rehabilitación, tanto en los ámbitos de los servicios de salud asistencial, como en los de la salud ocupacional y la salud ambiental.
  5. La salud pública es una interdisciplinariedad, un instrumento significativo para formular, contribuir, facilitar la gestión de políticas sociales, a nivel general y especifico, con planes, programas y acciones pro construcción diversa del bienestar humano, del buen vivir. Es una inversión para el desarrollo humano-productivo, por lo mismo no puede estar solo circunscrito al denominado sector salud, sino a todo lo que son políticas sociales públicas y privadas.
  6. Las consideraciones anteriores, requieren de una reconstrucción cognitiva (una revisión-ampliación epistemológica), a fin de desalienear la concepción-enfoque, el discurso-narrativa, de la visión unicista de la ciencia positivista, por el enfoque-pensamiento ampliado del método de complejidad, a fin de hacer de la ciencia y tecnología, instrumentos de utilidad social, es decir, abrirse a un desarrollo de la ciencia con consciencia.
  7. Las limitaciones del exclusivo conocimiento positivista, objetivación-materialista, lleva a solo reconocer las evidencias tangibles, cuantificables, la pandemia al respecto, ha revelado sus serios agotamientos/limitaciones. Se requiere ampliar la gnoseología de ciencia y tecnología, incorporar la comprensión del conocimiento subjetivo-objetivo, las evidencias empíricas de tratamientos fácticos, los cuales en gran parte son realidades construidas por el hombre, que deben ser valoradas, en la historia de humanización y civilización alcanzada, como obra material, y como obra espiritual. La ciencia no puede estar divorciada de la realidad, para no caer en el cientificismo.
  8. Desarrollar una epistemología de salud pública, requiere cambios significativos en el estudio de lo social, además, de lo antes mencionado, es necesario revisar la teoría y práctica de sistemas, para incorporar el análisis de los sistemas evenenciales. Subsumir la estadística y demografía al estudio de los fenómenos sociales en los espacios, tiempo, persona, con interrelaciones que expliquen su dinamicidad y prospectiva. La gestión social, es el otro gran campo a redefinir en la administración de riesgos, en el planeamiento estratégico y operativo, para hacer realidad que la persona sea fin supremo de la sociedad y el estado, no el mercantilismo predominante que se vive y que ha ocasionado otro tipo de colonialidad mental.
  9. Lo anterior también implica articular la ciencia, tecnología e innovación, con las equifinalidades centrales, que son las personas como unidualidad de ser individual y ser social. Ahora se pretende circunscribir a la persona a ser un simple usuario-consumidor, domina la despersonalización social, es otro ciclo de deslumbramiento de un cientificismo y tecnología, finalmente manipulados por los intereses de las grandes corporaciones, como son la industria farmacéutica, la de insumos médicos y toda forma de comercialización de lo que son bienes sociales.
  10. Otra de las grandes distorsiones que vive la salud pública, también es el segmentar y/o compartimentar los conocimientos para convertirlos en instrumentos “técnicos”, de contingencias sociales y asistenciales, focales y/o micro-focales, es decir, cada vez hay más concepciones reduccionistas. Esto disocia la naturaleza de las políticas, actividades y acciones socio-sanitarias, que corresponden a diversas realidades por tratar, en sus alcances de macro y micro-problemas. Es el caso del empoderamiento efectivo del trabajo comunitario en el nivel local, con amplia y diversa participación social, revertir en ese sentido el fracaso de la aplicación de la estrategia de atención primaria (EAP), ocasionado en gran medida por las concepciones y praxis de la mercantilización de la salud.

BIBLIOGRAFIA

  1. Morin, E. (1986). Ciencia con Consciencia. Barcelona: Anthropos, Editorial del hombre.  
  2. Morin, E. (1990). El método III:  El conocimiento del Conocimiento/ Libro Primero: Antropología del Conocimiento. Madrid: Catedra.
  3. Morin, E. (2001). El método I: La naturaleza de la Naturaleza. Madrid: Catedra.
  4. Checkland, P. (2006). Pensamiento de Sistemas, Práctica de Sistemas. México: Limusa, Noriega Editores.

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