En el mes de octubre del año 2010 se realizó en Lima el Tercer Congreso Peruano de Educación Médica. Al finalizar el congreso, las autoridades de las principales Facultades de Medicina del país, integrantes de la Asociación Peruana de Facultades de Medicina (ASPEFAM) firmaron la Declaración de Lima, la cual, entre sus principales planteamientos para mejorar la calidad de la educación médica, establece que es necesario y prioritario “implementar acciones para que las Facultades de Medicina Humana con programas de segunda especialización, armonicen un currículo básico y perfeccionen a sus docentes para la formación de especialistas en Medicina Familiar, cuyo desarrollo es prioritario”.

Por otro lado, el Ministerio de Salud en ese mismo año estimó que actualmente se necesita en el Perú alrededor de 7000 médicos especialistas en Medicina Familiar. El Ministerio de Salud, precisamente, ha establecido desde el año 2009 la Estrategia Sanitaria Nacional de Salud Familiar.

«que actualmente se necesita en el Perú alrededor de 7000 médicos especialistas en Medicina Familiar»

Minsa 2010

Tanto la Declaración de Lima, hecha por las Facultades de Medicina, como la prioridad establecida por el Ministerio de Salud de requerir con urgencia médicos especialistas en Medicina Familiar, nos revelan, tal vez sin intención, que algo extraño pasa en el país con la formación de los médicos en el pregrado. ¿Al terminar sus estudios y recibir su título profesional los médicos no tienen competencias para la atención integral de salud de la familia?, ¿cuáles son, entonces, las competencias y las capacidades de los médicos recién graduados por las Facultades de Medicina de nuestro país? ¿Cuáles son las competencias del médico cirujano, cuyo título le es concedido a nombre de la Nación?

Durante varios años las Facultades de Medicina en el Perú han proclamado que, partiendo de un perfil del médico general, o médico cirujano, previamente identificado, han establecido sus planes curriculares y sus planes de estudio, con el fin de formar los médicos que la realidad de salud del país exige formar. Ahora nos damos cuenta que los médicos no están siendo formados para atender la salud de la célula básica de la sociedad, que es la familia. Si se formaran para ello, no se declararía que es prioritario formar, en tres o más años adicionales de estudios, a médicos especialistas en Medicina Familiar. En estas circunstancias cabe preguntarse si, de igual manera que con los médicos, ¿se necesitará formar también enfermeros especialistas en Enfermería Familiar o nutricionistas especialistas en Nutrición Familiar? Todo esto para que trabajen en el primer nivel de atención de salud.

¿Se requiere en el país formar médicos especialistas en Medicina Familiar? Para que un médico recién graduado, luego de 6 a 7 años de formación profesional, se especialice en Medicina Familiar tiene que volver a postular a la universidad y realizar los estudios de la especialidad durante 3 años más. La suma de los estudios de pregrado y de especialidad es de 9 a 10 años. Si agregamos el año de SERUMS como requisito para postular a los estudios de especialidad, veremos que para tener un médico especialista en Medicina Familiar se requiere como mínimo 11 años, desde el momento de ingreso a la universidad. La interrogante sobre si realmente se requiere invertir 11 años para que el médico tenga las competencias para atender de manera integral la salud de la familia es legítima y debería responderse de la manera más razonada.

¿Un país que invierte limitados recursos en la educación y la salud pública debe invertir 11 años para lograr desarrollar en el médico las competencias básicas para la atención integral de la salud de la familia en los puestos y centros de salud o en los hospitales generales? Es claro que esta inversión no sería eficiente. Ha llegado el momento de redefinir claramente las competencias genéricas y específicas que se deben desarrollar en la formación médica de pregrado.

En realidad, no solo se requiere redefinir las competencias que el médico recién graduado debe desarrollar. Este es solo un primer paso. Es un paso que, a lo mejor, ya se ha dado, aunque talvez de manera superficial. Este es un paso insuficiente. Lo que se requiere es reformar la integridad del plan curricular de la formación médica de pregrado. La formación del médico en el país requiere desarrollar y poner en práctica un currículo basado en competencias y en capacidades. Lo que deberíamos lograr es que los médicos recién graduados tengan un desarrollo sólido de las competencias básicas para el abordaje integral de la salud de la familia, para la promoción de la salud familiar, para la prevención de las enfermedades prevalentes de los integrantes de la familia y para el manejo de la problemática prevalente de la salud de la familia. Seis a siete años de una formación basada en competencias deben ser suficientes para el desarrollo de estas competencias básicas, siempre que se modifiquen varios paradigmas predominantes a nivel nacional en la educación médica de nuestros días. Se requiere mejorar la eficacia, la eficiencia, la calidad y la efectividad de la formación médica en el país.

La educación médica no solo debe desarrollar las competencias para el abordaje integral de la salud de la familia. La educación médica debe fortalecer también las capacidades del médico para valorar profundamente sus propias competencias y para emprender y mantener un proceso autodirigido de permanente superación de sus competencias.

Actualmente se forman en el país entre 10 a 20 médicos “especialistas en Medicina Familiar”, luego de 3 años de estudios de especialización. A esta velocidad se necesitarían entre 350 a 700 años para formar los 7000 médicos de esta especialidad que ha estimado necesitar el Ministerio de Salud. Si varias Facultades de Medicina se unieran y formaran 100 médicos especialistas en Medicina Familiar, se necesitarían más de 70 años para lograr la meta. Es evidente que este larguísimo camino no sería una solución eficiente. Tenemos que intensificar la formación de médicos especialistas en Medicina Familiar; pero, sobre todo, tenemos que centrar la mirada y la atención en la formación de pregrado como un medio más eficaz y eficiente para formar médicos con competencias básicas para el abordaje integral de la salud familiar en el país. Se requiere, pues, iniciar ahora un proceso intenso, progresivo, sostenido y de largo plazo de reforma profunda de la educación médica en el país.

“La educación médica debe fortalecer también las capacidades del médico para valorar profundamente sus propias competencias y para emprender y mantener un proceso autodirigido de permanente superación de sus competencias”.

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