Capítulo 5 del libro: «San Fernando y su contribución a la moralidad médica en el Bicentenario de la independencia del Perú«.
Manuel Odriozola y Carrión: autonomía universitaria y sacrificio médico
Contexto militarista de la reconstrucción nacional
Jorge Basadre ha denominado “periodo de la reconstrucción nacional” a la etapa histórica comprendida entre los años 1884 y 1899 y que corresponde al “segundo militarismo” de nuestro devenir republicano. Período que, surgido después de la derrota militar en la guerra del Pacífico, se dividió en dos fases: la primera (1883-1885), que correspondió al predominio de los militares “azules” dirigidos por el general Miguel Iglesias, que firmaron la paz con Chile; y la segunda (1886-1895) que correspondió al dominio de los militares “rojos” liderados por el general Andrés A. Cáceres, los mismos que habían resistido hasta el final a los invasores. Este nuevo militarismo tuvo la difícil tarea de recomponer el aparato administrativo del Estado y de ejercer su autoridad a fin de lograr el concurso de la ciudadanía para enrumbar a la nación a su reconstrucción económica y política. Este enfrentamiento desató una guerra civil que terminó con la derrota militar de Iglesias, quien renunció a la presidencia de la República el año 1885. Siendo sucedido por el gobierno provisional del Consejo de Ministros presidido por Antonio Arenas, el mismo que convocó elecciones en las que ganó abrumadoramente Cáceres.
Durante su primer gobierno constitucional (1886-1890), Cáceres emprendió la Reconstrucción Nacional, contando con el apoyo del Partido Constitucional o “cacerista”. Pero para acceder y, luego, mantener al control del Estado, tuvo que establecer un pacto político con el civilismo. Fue este pacto lo que permitió que Cáceres y su sucesor, el entonces coronel Remigio Morales Bermúdez (1890-1894), conservar durante casi una década la “pax-cacerista” e iniciar la reconstrucción nacional, utilizando un modelo de gobierno autoritario cívico-militar. Con la muerte de Morales Bermúdez, a consecuencia de una enfermedad repentina en abril de 1894, empezó nuevamente la crisis política que se expresaría en la guerra civil de 1895.
Primera crisis institucional de la Facultad de Medicina
El 17 de mayo de 1884 fue aprobado, durante el gobierno del general Iglesias, un nuevo Reglamento General de Instrucción. La distinta interpretación del texto del Reglamento, en lo que se refiere a la autonomía del Consejo Universitario para el nombramiento del personal docente, provocó en octubre de ese año un enojoso incidente entre el Poder Ejecutivo y la Facultad de Medicina. El decano Manuel Odriozola, al defender dicha autonomía, entró en conflicto con el dictador Iglesias y llegó a ser destituido de sus cargos de decano y de profesor; siendo sometido, además, al fuero judicial por el delito de desacato. Además, el Gobierno nombró como Decano de la Facultad de Medicina al Dr. José Jacinto Corpancho y como sub-decano al Dr. Martín Dulanto.
El 7 de octubre de 1884, Profesores principales y adjuntos de la Facultad, liderados por el Dr. Leonardo Villar, firmaron una solicitud al gobierno de Iglesias pidiendo la reconsideración de tales medidas. Como respuesta, el gobierno separó de sus cargos a los firmantes de la solicitud; decretando, luego, el nombramiento de otros docente en las plazas vacantes, sin el cumplimiento del requisito del concurso y sin intervención del Consejo Universitario.
Por su parte, los estudiantes sanfernandinos expresaron su descontento por esas medidas gubernamentales, en documento del 16 de octubre de 1884, indicando su preocupación por la desventaja en la enseñanza con profesionales sin experiencia ni títulos necesarios, así como su reconocimiento y solidaridad con los profesores renunciantes. Aunque continuaron asistiendo a sus clases programadas.
En enero de 1886, días después de la caída del gobierno de Iglesias, el nuevo Ministro de Instrucción firmó un Decreto para restablecer en sus cargos a las autoridades de la Facultad de Medicina que habían estado en funciones en octubre de 1884 y reconocer como catedráticos titulares a las que habían sido despojados de este carácter en el anterior régimen. Odriozola fue repuesto con honor y reelegido como Decano para un nuevo período 1886-1890, que no culminó debido a que murió dos años después de su reelección.
La Academia Libre de Medicina
La “Academia Libre de Medicina” surgió el 28 de octubre de 1884 en el domicilio del Dr. Leonardo Villar, cuando 31 profesores separados de sus cargos de la Facultad de Medicina por el gobierno de Iglesias y antiguos maestros firmaron el Acta de Fundación de la Academia. Los asistentes a esta reunión “estuvieron unánimes en que los gestores y artífices de tan meritoria labor de organización fueron los doctores Manuel Odriozola y José Casimiro Ulloa, que con toda justicia merecieron la elección de presidente y secretario de la Comisión organizadora”. Las labores preparatorias de la organización de la Academia comprendieron ocho meses.
La sesión inaugural de la Academia Libre tuvo lugar el 29 de julio de 1985 y la mesa directiva estuvo presidida por Manuel Odriozola, teniendo como secretario a J. Casimiro Ulloa. Durante los cinco años que existió la nueva entidad, se sucedieron en la presidencia de la misma, reemplazando a Odriozola, , los doctores José Mariano Macedo (1886-1887), Leonardo Villar (1887-1888) y Celso Bambarén (1888-1889); manteniendo a Ulloa como único secretario académico (J. Avendaño,1953, pp. 38-40).
La Academia Libre siempre actuó como una institución destinada a elevar la dignidad de la profesión médica; con plena libertad de acción, vigilando que la docencia médica se ejerciera con autonomía; así como, a estudiar los problemas nacionales de salud y salubridad, conservando el nivel científico adecuado. Fue precisamente esta institución la que convocó el concurso sobre la Verruga Peruana, que motivó el interés de Daniel Carrión en realizar la investigación que lo convirtió en el mártir de la medicina peruana.
Las autoridades de la Academia Libre de Medicina, efectuaron los trámites pertinentes para convertirse en la Academia Nacional de Medicina. Siendo reconocida oficialmente, en esa condición, por ley del Congreso de la República del Perú con fecha del 26 de octubre de 1888, promulgada por el presidente Cáceres el 2 de noviembre de dicho año. En cuyo texto se prescribe que la Academia Libre de Medicina será declarada oficialmente como Academia Nacional de Medicina, por la importancia de sus trabajos científicos, así como por los servicios que está llamada a prestar al Estado como cuerpo consultivo, sin estar privada de su independencia en su organización y funciones. Su primer presidente fue José María Romero; y como secretario perpetuo se nombró a José Casimiro Ulloa.
La Sociedad Médica Unión Fernandina
Después de la guerra del Pacífico, los alumnos de medicina decidieron asociarse con lo propósito patriótico de promover la reconstrucción nacional y de estimular el “cultivo de la ciencia” para el progreso de la medicina peruana. Nace así, la Sociedad Médica Unión Fernandina, el 13 de agosto de 1883, por iniciativa de los alumnos Francisco P. Del Barco y Emilio P. García. La primera Junta Directiva presidida por Leónidas Avendaño Ureta, se instaló el 7 de septiembre de 1883. Formaban parte de ella: Juan Byron, Manuel A. Muñiz y Andrés S. Muñoz.
Pronto apareció la revista La Crónica Médica, órgano oficial de la Sociedad, cuyo primer número salió en enero de 1884. Publicación destinada a la difusión de asuntos de educación, investigación y temas relacionados a la práctica médica y farmacéutica, a la enseñanza universitaria y al mejoramiento de la salud pública, así como de sus actas y documentos. También emitía estudios de interés para la comunidad, tales como los referidos al cuidado del ambiente y datos demográficos. Fue publicada mensualmente, un volumen por año. Tuvo una larga existencia hasta 1970; de esta manera, fue la revista médica nacional con la existencia más larga: 86 años.
La Sociedad Unión Fernandina tuvo sus orígenes como una sociedad estudiantil, con algunos ex alumnos como socios corresponsales, aunque con el tiempo albergó a un importante número de ex alumnos. En 1912 la creación del “Centro de Estudiantes de Medicina” (CEM) como agrupación estudiantil y política brindó una plataforma de organización más sólida que el de la Sociedad. Es así que el 2 de diciembre de 1919, en una Asamblea General de Estudiantes de Medicina, se aprobó la fusión de la Sociedad Médica Unión Fernandina a la organización del CEM. La Crónica Médica pasó a manos exclusivas de estudiantes.
Homenaje a Daniel Carrión como mártir de la medicina
Los historiadores nos hacen siempre recordar que Daniel Alcides Carrión García es considerado oficialmente como mártir de la Medicina, héroe nacional, maestro de la Medicina peruana, patrono de la Medicina nacional; y, que desde el 24 de marzo de 2015, su nombre está en la Cripta de los Héroes de la Guerra de 1879, como homenaje a perpetuidad por su paradigmático heroísmo. En la exégesis historiográfica del Daniel A. Carrión se destacan sus comportamientos admirables que lo exaltan como patriota y como científico.
Como patriota, durante la Guerra del Pacífico “Carrión participó en el Ejército de Reserva, en ambas batallas (San Juan y Miraflores, integrando el batallón ‘23 de diciembre’ con el grado de subteniente temporal. En esa época cursaba el segundo año en la Facultad de Medicina de San Fernando. Su misión patriótica y humanitaria la prodigó con riesgo de su vida en el fragor del combate; como practicante de Medicina en las ambulancias de guerra, trasladando heridos, dándoles ayuda física y afectiva, colaborando en sus curaciones y, según lo dispuesto, recogía soldados inmolados para ayudar a sepultarlos en el mismo campo de combate. Así, con la misión cumplida en la defensa del honor de la Patria, se distinguió como un héroe sobreviviente, al igual que Andrés A. Cáceres y otros distinguidos patriotas”.
Como científico, el estudiante de sexto año de medicina, Daniel Carrión García, llevado por su espíritu inquisidor, se hizo inocular el 27 de agosto de 1885, acudió a la Sala de las Mercedes del Hospital Dos de Mayo de Lima, y le solicitó al médico Evaristo Chávez que le hiciera la inoculación de sangre con exudado de un brote verrucoso para demostrar que la verruga tenía como causa un microorganismo y era inoculable, así como estudiar su evolución. El 17 de Setiembre se inició la enfermedad llamada fiebre de La Oroya, con lo cual se demostraría, después, que ésta y la verruga son fases del mismo proceso. Carrión escribió personalmente su historia clínica hasta el 26 de septiembre de 1885, cuando agobiado por la fiebre y la anemia grave, entró en delirio. A su solicitud, sus compañeros siguieron escribiendo el documento clínico que había iniciado. El día 5 de octubre de 1885 ocurre su deceso en el Hospital Maison de Santé, con tan solo 28 años de edad. Y en 1886 el Estado peruano publica sus anotaciones sobre la verruga conmemorando el primer aniversario de su muerte. El heroico experimento de Carrión, al inocularse el agente biológico de la bartonelosis, brindó evidencia clínica que permitió corroborar científicamente la teoría según la cual la fiebre de la Oroya y la verruga peruana son manifestaciones de una misma patología.
Al respecto de la ofrenda de su vida a la ciencia, Gustavo Delgado Matallana enfatiza “Carrión ofrendó su vida en una aventura épica hacia la muerte, sufriendo con estoicismo extraordinario, con gran fortaleza de ánimo y control de su propia sensibilidad, pasando a la inmortalidad con heroísmo glorioso en bien de la humanidad”. Asimismo, Fernando Cabieses, reconocido científico y médico peruano, opina “para Daniel A. Carrión la Medicina no fue una ocupación ni una profesión. Para él la medicina fue una religión”.